Una de las principales celebraciones de la tradición popular romanesca fue, del siglo XV al XIX, el carnaval, reinsertado por la municipalidad de Roma, si bien en forma muy distinta, en el 2010. Sus orígenes se remontan a los Saturnales de la Antigua Roma, caracterizados por divertimientos públicos, bailes y el uso de máscaras. Los juegos carnavalescos se desarrollaron a partir del siglo X sobre el monte Testaccio; un siglo después, el papa Paulo III decidió que el carnaval se desarrollara en via Lata, que hoy en día es la actual Via del Corso. Entre las máscaras típicas del carnaval romano se encuentran la de Rugantino, Meo Patacca y el General Mannaggia La Rocca.
Roma es una ciudad rica en tradiciones, mitos, leyendas, disfraces y folclore, ya desde la Antigüedad y a lo largo de toda la Edad Media, edad en la cual florecieron múltiples relatos populares, en los que la esfera religiosa se unía al mundo mágico, lo sagrado se combinaba con lo profano.
Por sus características peculiares, una de las zonas de Roma en la que todavía es posible rastrear fragmentos y estímulos de la cultura popular es el pintoresco barrio de Trastevere, con sus caminos estrechos, sus trattorias, sus iglesias medievales y su colina llamada Gianicolo; es justamente en Trastevere que surge el Museo del Folklore y de los Poetas Romanescos, que alberga documentos de la vida cotidiana y de las tradiciones romanas, entre las cuales están las acuarelas de Ettore Roesler Franz sobre la Roma desaparecida.